domingo, 20 de julio de 2008

El teniente Collar
El capitán Barberán


EPOPEYAS

INFAUSTA COINCIDENCIA

Una vez más el nombre de España suena en el orbe con todo el clamor de epopeya. Una vez más aparece en las hojas volanderas que ven la luz en todos los países un elogio desinteresado y cálido hacia la nación progenitora de las otras veinte que hablan y piensan lo mismo que nosotros.
Y mientras fuera de aquí se siguió con entusiasmo y con férvido deseo de un éxito total la hazaña emprendida por dos españoles que han logrado escalar las altas cimas del heroismo, la generalidad de los ciudadanos de éste país seguíamos con loco afán las carreras y carrerillas de los politicos que iban de zoco en colodro, buscando el modo de asegurar el quehacer del Parlamento actual.
Dos hombres valerosos y decididos supieron sustraerse al ambiente caliginiso de la politica imperante , y sin reparar en que, acaso, mientras ellos perseguían su destino , pudieran trocarse los de España, se lanzaron a la proeza de subrayar por los aires la ruta marina de Colón, de aquél otro caballero a quién llamaron visionario los que no veían.
Más afortunados que nosotros, nuestros hermanos los cubanos, con tener mucho en qué pensar, no tuvieron en estos días la coincidencia desgraciada de una crisis ministerial a la que se concediera una importancia vital que quedó en nada, para impedirles pensar en el gesto audaz y arriesgadísimo de los dos valerosos aviadores que iban a pasar de un solo salto , desde los risueños campos andaluces hasta la feracísima campiña de la gran Antilla.
Quisiéramos haber visto, como vimos otras veces, en pasados tiempos, el apoteósico recibimiento que el buen pueblo de Cuba, así en Camaguey- Puerto Principe, en epoca de España- como en La Habana, habrá dispensado al capitán Barberán y al teniente Collar, caballeros del aire que en el "Cuatro Vientos" se lanzaron a esta nueva conquista espiritual de Cuba.
Y es seguro que hubiéramos rememorado otra fecha gloriosa que, es como si dijeramos, la conmemoración de unas bodas de plata en el correr del tiempo. " Como vimos otras cosas en pasados tiempos", decimos unas lineas más arriba, y con ello nos referíamos , porque era y es nuestro deseo referirnos, a aquel esplendoroso espectáculo, fijo para siempre en el recuerdo de quien pudimos presenciarlo, de la entrada en el puerto de La Habana de la corbeta "Nautilus", primer buque de guerra español que visitaba la ex-colonia desde su liberación.
Fué en la mañana, radiante como ninguna, y lo son todas en aquel maravilloso país, del veinticuatro de Junio de mil novecientos ocho.
¿Un relato? !Quién pudiera hacerlo! Ocho días hacía que la ciudad estaba esperanzada con el pensamiento de que iba a llegar el primer abrazo oficial de la Madre España a su Hija emancipada.. Noches enteras aguantaba la muchedumbre en aquella esplanada de la Punta, aguardando la llegada del airoso velero. Sirvieron de entretenimiento errores pintorescos como el transmitido telegráficamente por un farmacéutico de Mariel, al pasar ante aquella costa el pailebot noruego " Otis", confundiéndole con la "Nautilus", lo que demuestra que no hay mucha afinidad entre la farmacopea y el arte naval- no se alude a nadie más que al caso histórico que relatamos- pues no es lógico que quien sepa algo de Marina confunda un pailebot, de mástiles secos sin cruzamen, con una corbeta que cruza los tres palos y arbola gavias, velachos, masteleros y sobres con toda la gallardía de las viejas estampas de los tiempos heroicos de la mar.
Y llegó un amanecer en que fué verdaderamente la " Nautilus" el buque señalado por el Semaforo del Morro.
Y salió a primera hora un remolcador solitario para juntarse con ella en alta mar y rogar al comandante que demorara un poco la marcha , a fín de que la entrada se hiciera a hora conveniente en que luciera en todo su esplendor el recibimiento proyectado.
Luego, cuando fue entrada la mañana, empezó a animarse la bahía, y comenzaron a llenarse de gente todas las orillas, desde la Machina, por los muelles de San Francisco y Carpinetti y de Caballería , y la esplanada de la Comandancia de Marina , y la Maestranza y la Cortina de Valdés hasta la Punta y el Malecón, por un lado , y Casablanca y los muelles carbón y el embarcadero de la Cabaña y el del Morro, por el otro. Y empezaron a salir por la bocana llenas de publico, todas las embarcaciones , grandes y pequeñas, de vapor y de remo- aún no había apenas gasolinos- en demanda del airoso barco español, y al alcanzarle, resonaron en los aires miles de voces, músicas a docenas, cohetes a millares, sonidos de silbatos de vapor y de sirena, y de muchos otros aparatos de hacer ruido, para demostrar el entusiasmo de que aquella multitud de tripulantes ocasionales estaba poseida.
Y así, rodeada de cientos y cientos de embarcaciones , entre ellas barcos como " El Habana" en que íbamos nosotros , de cerca de dos mil toneladas de arqueo, entró en el puerto de la capital de Cuba la corbeta " Nautilus", primer emisario de amor que enviaba la Madre Patria a la Hija emancipada.
Algo así habrá sucedido , seguramente , a los dos caballeros españoles que fueron a confirmar aquél amor expresado por medio de un barco que ahora, precisamente , acaba de ser condenado al desguace, hace vienticinco años.
Algo, como entonces , habrán sentido que les llenará de placer, los españoles residentes en aquel país más bello que ninguno, y estamos seguros de que aquellos compatriotas nuestros , sin dejar de pensar, como es altamente razonable, en el destino politico de España, habrán aguardado con más ansia que las noticias de la crisis, la llegada, feliz y emocionante , de los heroicos aviadores.

Roger de Juval El Noticiero Bilbaino. 14 de Junio de 1933

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