El sanatorio.
Un viaje delicioso.
- Amigo Garay, mañana a las nueve en punto en la estación de las Arenas. No se olvide de la máquina. Vamos a hacer unas cosas del sanatorio de Gorliz.
Y efectivamente , a las nueve de la mañana de uno de los espléndidos días últimamente transcurridos, nos acomodamos en primera del ferrocarril de Bilbao a las Arenas el reportero fotográfico y el que abajo firma, dispuestos a pasar el día respirando el aire marino a todo pulmón. No cansaré a mis lectores relatandoles las delicias harto conocidas de un viaje a lo largo de la ría, en un día de mucho sol y mucho aire, en el cual todas las factorías, grandes y pequeñas, de las mágicas riberas del Nervion , mostraban toda su actividad cantando el diario himno al trabajo que ennoblece y dignifica.
Llegamos a Algorta la risueña a la hora de itinerario y allí hubimos de trasladarnos al tren camión que por no ser directo el que salía de la vieja aduana nos transportó dando tumbos y haciendo paradas que duraron lo que Dios quiso, hasta la villa de Plencia , término de la linea. Allí subimos al coche propiedad del acreditado hotel Portalona de Gorliz y en breves instantes traspusimos la distancia que separa Plencia de la confluencia de la carretera de Arminza con la que conduce al sanatorio marino, fin y objeto de nuestro viaje.
La primera impresión.
De asombro, de estupefacción ante lo riente del panorama y ante la espléndidez de las edificaciones, fue el primer sentimiento del cronista al enviar una mirada a la bellísima playa, al maravilloso grupo de edificios, a la imponente mole del monte Astondo, al amplio horizonte del mar, cuya línea aparecía cortada por la silueta apenas delineada, de dos o tres embarcaciones que navegaban en demanda del pequeño puerto.
Y la segunda impresión fue -¿por qué no decirlo? -de vergüenza por no haber conocido hasta entonces aquella maravilla que formaron de consuno el cariño a la naturaleza y el amor a la ciencia y a la humanidad , si bien este sentimiento se mitigó un tanto con la idea de que son muchos, muchos más de los que deberían ser, los vecinos de la villa de don Diego que no conocen del sanatorio de Gorliz mas que el nombre.
Como fuimos recibidos.
Llegamos a la entrada principal del establecimiento, y un portero uniformado nos condujo, a nuestro requerimiento, ante la presencia del Administrador General del Sanatorio, don Pedro Unda, persona de cuya amabilidad y excelente trato teníamos las más amplias referencias, que aún resultaron pálidas ante la realidad.
-Tenemos el propósito, le dijimos luego de darnos a conocer, de hacer una información para el Noticiero sosegada y tranquila, lejos de las alharacas y las brillanteces de una fiesta de inauguración. Es decir, que queremos sorprender el Sanatorio en pleno funcionamiento y sin personajes oficiales.-
-Pues estoy completamente a la disposición de ustedes- nos dijo el señor Unda.
Y los hechos confirmaron las palabras, pues el administrador, con amabilidad exquisita e imponderable, ya no se separó de nosotros en todo el día.
En tan amable compañía, fuimos en primer lugar a saludar al personal técnico de la casa, integrado por el director don Luis Larrinaga, de su director don Luis de Goiri ,ambos doctores en medicina, cuya reputación está hecha hace ya mucho tiempo y no precisa elogios de ninguna clase.
La idea de sanatorio.
Aunque ya sea sabido de todos y aunque la prensa local lo haya repetido con motivo de la inauguración del establecimiento, y en otras ocasiones, bueno será recordar aquí que la idea de fundar éste sanatorio en lugar tan adecuado para su emplazamiento se debió a la iniciativa de don Luis Salazar,expresidente de la Dputación Provincial y el Dr. Areilza que con Don Mario Camiña, autor de esta magnífica obra arquitectónica, y el actual director del establecimiento estudiaron y organizaron el vasto plan a realizar.
Hablando de esto nos recordó el Dr. Larrinaga la historia de los sanatorios marinos de España, sobre poco más o menos, nos dijo lo siguiente,salpicando su conversación con amenos giros que la hacían en extremo agradable:
-Ya hacia el año 1860 un diputado asturiano, cuyo nombre no recuerdo, pidió al Congreso el establecimiento de sanatorios en diversas localidades del litoral de la península, para combatir los estragos de la tuberculosis, de la cruel "peste blanca" que todos los años cubre de luto infinidad de hogares.
Pero, como tantos otros, la petición de aquél hombre benemérito, cayó en el vacío y hubo de esperar que la iniciativa particular del Dr. Tarlosa Latour fundase con el producto de algunas suscripciones el sanatorio de la playa de Chipione , primer ensayo que se verificó en España, al que siguieron los que establecieron los hermanos de San Juan de Dios en la costa del levante y los que instituyó oficialmente el estado el los antiguas lazaretos de Oza (Coruña) y Pedrosa ( Santander).-
Vino luego éste, debido a como hemos dicho a la iniciativa de los señores Salazar y Areilza y a la beneficencia de nuestra Diputación Provincial aúnque, -y esto diganlo ustedes muy bajito-, en algunas ocasiones ha habido que pincharles a nuestros diputados para que aflojasen los cordones de la bolsa.
- Y hoy podemos decir con orgullo,- y el doctor se pavoneaba con evidente derecho a pavonearse, que estamos con el mejor sanatorio marino de Europa y no me atrevo a decir del mundo porque he oído hablar algo de no se que de extraordinarias beneficencias de algún sanatorio americano, aunque no he tenido ocasión de comprobarlo.
Aquí, siguió diciendo don Luis, se reúnen las excelencias de los sanatorios del mar de la costa del canal de la Mancha, sin tanto mar y los de sol y altura de Suiza sin tanta altura y tanto sol.
Los efectos de la cura de sol y de aire en los niños son tan rapidos , que se conocen al tercer dia de su estancia entre nosotros.
El aire saturado de emanaciones salinas de yodo y de ozono, resguardado de la crudeza del norte por el monte Astondo penetra los pulmones y los fortifica de tal modo, que los pobres niños tuberculosos que vemos llegar con aspecto famélico, desnutridos y con mil lacras hereditarias o contraídas, varían de modo de ser y presentan a las pocas semanas un aspecto tan totalmente distinto, que hacen llorar de gozo a sus familias cuando vienen a visitarlos.
Claro está que estos efectos no se completarían, sin las caricias de nuestro padre el sol, sin una alimentación abundante y sana y sin un exacto cumplimiento de las reglas de higiene, entre las que se encuentra la práctica de mudar sus ropitas y las de sus camas absolutamente todos los días.
-Ni sin una dirección y una acción medicinal completa y sabiamente administrada,- añadimos nosotros.
-No lo crea. Nosotros aquí poco tenemos que hacer. Las virtuosas Hermanas de la Caridad y la naturaleza nos hacen casi todo-. Dijo el Dr. con su habitual modestia.
Hablamos luego de los diferentes proyectos para el porvenir: del propósito de establecer en los alrededores, aprovechando las 100 hectáreas de terreno adquiridas por la Diputación, una granja modelo, habiéndose plantado ya más de 60.000 pinos ; que muy pronto estarán terminadas las obras del segundo piso, pudiendo alojarse más del doble de niños que ahora y habilitarse los locales para escuela y gimnasio médico y finalmente en diversos casos patológicos presentados hasta ahora, cuya sola enumeración ocuparía un espacio del que no podemos disponer.
La Junta de Gobierno
Y después de felicitar al doctor Larrinaga y a su compañero el Dr. Goiri por todas estas cosas y particularmente al primero por haber obtenido para el sanatorio una medalla de oro en el congreso internacional contra la tuberculosis, celebrado en Roma en abril de 1912, felicitación a la que el señor Larrinaga quiso modestamente hacerse ajeno, dejamos ambos a doctores dedicados a su humanitaria labor y empezamos a recorrer el establecimiento acompañados siempre del incansable señor Unda que solícito iba mostrandonos lo mucho digno de verse que allí existe.
Empezamos nuestra visita por el "hall" severamente amueblado en el que en verano se celebran las sesiones de la Junta de Gobierno del Sanatorio.
Al mismo, en un modesto cuadrito vimos los nombres de las virtuosas damas que componen la expresada Junta y hemos de confesar que nos extrañó de sobremanera que tales nombres no estuvieran escritos en letras de oro, como debía ser.
Así, de oro, quisiéramos nosotros que fueran estas que ponemos a continuación, forman la Junta las señoras y señoritas siguientes :
Presidenta: doña Concepción Smith de Rocheld
Vicepresidentas primera y segunda: doña Rosario Menchaca de Igartua y doña María Palme, viuda de Arellano.
Secretaria: Srta. María de la Sota.
Vicesecretaria: doña María Prado de Horn.
Vocales: doña María Chavarri de Salazar, doña -------- de Chavarri , doña Polonia Santiesteban de Eulate, doña Magdalena Chavarri de Arteche, Srta. Sofía Arana, doña Juana Chalbaud de Rotaeche, la señora condesa de Rodas, doña Teresa Igartua, viuda de Gaminde, doña Concepción Zorrozúa de Echevarría, doña Paz Uriarte de Uribe,doña Carmen Ibarra de Chalbaud, doña Victorina Larrinaga , viuda de Basave, doña .--- Mac Mahon , viuda de Ibarra, Doña --- Echevarría de Parreiro, doña ---- Goldaracena de Olano , doña Paz Epalza de Jáuregui y doña --- Abrisqueta de Galloqui.
Estos nombres se han hecho merecedores no ya de la gratitud sino de la adoración de todo buen hijo de Vizcaya.Ninguna otra cosa podríamos decir en su elogio.
Los pabellones.
Vamos al pabellón de niños y verán ustedes cosa curiosa, nos dijo el señor Unda.
Y allá fuimos los tres, cargando el amigo Garay con su máquina dispuesto a impresionar en cuanto hubiera asunto. Entramos en las salas 1A, 1B y 1C, que constituyen el pabellón de niñas y que entonces estaban vacíos en absoluto. Sólo mesillas de noche y las sillas, todo ello en perfectas condiciones de higiene,nos dieron a entender que aquellas magníficas dependencias estaban habitadas.
-¿Donde están las niñas ?- preguntamos.
- Ahí fuera, en la galería, tomando el sol en sus camitas.
Salimos a la espléndida galería y presenciamos, emocionados toda la belleza y la poesía del espectáculo.
En frente el mar, el amplio mar, cuyas olas lamen la playa de finisima arena, a la derecha el monte Astondo que protege al sanatorio de las inclemencias del viento norte, a la izquierda la costa abrupta, dibujándose a lo lejos el caserío y el puerto de Plencia y sobre nosotros un sol radiante en medio de un cielo de esplendido azul turquí.
Y en la galería, a nuestro lado, cuarenta y cinco camitas blancas, limpisimas, con 45 enfermitas de rostro alegre y risa bulliciosa, que al vernos y sobre todo que al ver la máquina de Garay prorrumpieron en ruidosas manifestaciones de coquetería infantil mostrando sus deseos de verse pronto en fotografía.
- Hermanas, ¿nos ponemos los sombreros para estar mejor ?
- Hermanas, que nos pongan las servilletas rizadas el vaso (se hacían los preparativos para la comida)
- Quietas, quietas nerviosillas -decía la hermana Carmen, que con sor Santos y sor Josefa y ayudadas por cinco sirvientas, son las encargadas del pabellón.
- ¿Pero estas niñas, son enfermas? Hubimos de preguntar .
- Ya ve usted , señor. Aquí obtienen en poco tiempo la curación del cuerpo y la del alma y cuando vuelven a sus casas, además de salud llevarán a sus padres verdaderos raudales de alegria.
El amigo Garay impresionó una placa y pasamos al pabellón de niños, situado en el ala opuesta del edificio, donde presenciamos una escena parecida a la que queda redactada. Treinta y cuatro camas rodantes había en la galería de niños y de todas ellas salieron también voces de regocijo al vernos , un poquito más bruscas que los anteriores porque al fin y al cabo se trataba de pequeños hombrecitos.
Una madre que llora.
Aqui pudimos contemplar un tierno cuadro que nos produjo honda emoción e inefable sentimiento.
Sentada a la cabecera de una de las camas, hallaba una pobre mujer de pueblo, vestida de negro, contemplando al niño que ocupaba el lecho. Al llegar nosotros a su lado, aquella amorosa madre se echó a llorar .-¿Que es eso, señora ?- la interrogamos- ¿está mál el niño ?- Al contrario, señor: lloro de emoción, de alegría, al contemplar tanto bien de Dios como le han hecho a mi hijito en esta casa. Mire usted mi niño vino aqui muy malito de esta pierna, yo ya estaba conforme conque la cortaran para salvarle la vida. Ya se la iban a cortar, pero estos señores y estas señoras hicieron el milagro, y hoy cuando llegué a verle , me enteré de que mi niño conservará su pierna y se curara muy pronto, y será un hombre fuerte, útil y provechoso. Y no me cuesta un centimo, señor y yo no puedo pagar tanto bien si no es con estas lágrimas, que sean las lágrimas de una madre agradecida.
Y la pobre mujer lloraba silenciosamente y se empeñaba en mostrarnos la pierna ya casi curada de su hijo intentando quitar el vendaje para que la viéramos mejor, empeño del cual a duras penas logramos disuadirla.
Están encargadas del pabellón de niños compuesto de las salas 2 A, 2B y 2C las hermanas sor Lucía, sor María y sor Teresa, ayudadas por igual número de sirvientas que en el pabellón de niñas.
Los servicios.
Tanto en uno como en otro pabellón la ventilación es completa y científica, siendo los altos ventanales giratorios sobre un pivote colocado en el centro, lo que permite orientarles del modo que más convenga. La limpieza del suelo se hace por medio del fregado diario, estando completamente proscrito el uso de la escoba. La calefacción, instalada por el sistema de radiadores, no se emplea más que los días que hace mucho frío, a fin de habituar a los niños al ambiente natural.
Este hábito lo han adquirido ya de tal modo, que a pesar de permanecer en las galerías hasta el anochecer, y no haber dejado de salir mas que dos o tres de los días más crudos del invierno, aún no se ha dado ni un solo caso de enfermedad del sistema respiratorio, ni siquiera un catarro.
La alimentación.
Siempre precedidos del señor Unda seguimos visitando el establecimiento y después de pasar por los magníficos alredores, de ver la estación telefónica, con una subcentral y dieciocho aparatos que ponen al sanatorio en comunicación con toda la provincia, las espléndidas salas de operaciones, con luz cenital y provistas de los más modernos aparatos y del mejor instrumental que ha podido encontrarse, los laboratorios clínicos y de fotografía, este último al cuidado de las hermanas Blandina y sor Asunción, las salas de médicos, las de hidroterapia, con pilas, duchas y baños de pies y muchas otras dependencias cuya descripción no cabe en los límites de la simple información periodística, salimos del edificio principal y atravesando los terrenos que muy pronto han de convertirse en un hermoso jardín, fuimos al edificio en que están instaladas las cocinas y el lavadero y planchaderos mecánicos. Tenemos que confesar nuestro asombro ante la espléndidez de estos locales.
Las amplísimas cocinas pudieran muy bien servir de salón de baile para cualquier sociedad de recreo. Existen cinco grandes calderas accionadas por el vapor, un fogón moderno de gran extensión, otros más pequeños aparatos especiales para hacer café, hervir la leche, preparar las compotas etc, todo con un orden admirable y una limpieza absoluta.
Preguntamos a las hermana encargada de este importante servicio y nos dio cuenta del siguiente menú, que es el que ordinariamente se sirve a los niños:
Por la mañana desayuno, compuesto de café con leche, pan y mantequilla fresca.
Al mediodía sopa, dos cocidos, principio, por lo general de carne y mermelada o compota de frutas, o bien café con leche.
A las tres de la tarde, leche y mermelada ó dulce ó manzanas asadas.
Por la noche un plato de entrada, de sopa ó legumbres, pescado ó tortilla y postre.
Todo ello servido con verdadera abundancia, e inspeccionado rigurosamente antes de ser admitido en el establecimiento.
Para la producción del vapor existe en el sótano de este edificio una caldera vertical, así como un transformador de energía eléctrica para los servicios que se hacen utilizando este fluido.
El Lavadero
En el mismo edificio, pero completamente aislado, está el lavadero mecánico. Las ropas que se han de lavar entran en una rampa, pasando en primer lugar a una estufa donde se desinfectan a 110 grados. De allí pasan a una caldera batidora y de esta a una máquina centrifuga , donde se inicia el secado. Desde esta máquina van las ropas al secadero mecanico, y allí, donde sólo necesitan unos minutos para secarse, al planchadero , saliendo limpias y planchadas, por otra rampa que las conduce al exterior. Es muy notable la importancia de este servicio porque es preciso recordar que todos los días ¡todos! se mudan las ropas de cama y las de uso personal de los niños. Y no hay que decir que tratándose de niños de corta edad hay dias en que es preciso mudarlos por completo dos ó tres veces. Del lavadero está encargada la hermana sor Juana con tres sirvientas a sus órdenes.
Lazareto y capilla.
Como los niños no podrían en el momento de ser admitidos, mezclarse con los otros, hubo necesidad de construir un edificio ad hoc, convenientemente aislado, para que sirviera de antesala de recepción de los nuevos acogidos. Allí ingresan directamente del exterior, se les baña, se les desinfecta, se les corta el pelo y se les mudan sus ropas, envíando las que traen a la desinfectación para guardarlas luego hasta su salida del establecimiento.
En este edificio hay dos salas para niños y niñas, capaces para 10 camas cada una y en ellas permanecen los ingresados durante un período de observación que no suele pasar de una semana. Hay también una sala de curas y otros servicios, que están a cargo de las hermanas sor Primitiva y sor Inocencia, asistidas de tres domésticas. En el lazareto había cuando fuimos, cuatro niños y tres niñas recién ingresados.
Del lazareto fuimos a la capilla, construida en un edificio del que forman parte las habitaciones particulares de las Hermanas de la Caridad y de la servidumbre femenina del establecimiento.
Antes de entrar en la capilla, tuvimos ocasión de saludar a la Madre Superiora, sor Juana Gabilondo, que nos recibió con exquisita amabilidad y ante cuya venerable toca nos descubrimos respetuosamente, saludando en ella a una de las más dignas representantes de esa comunidad que con el heroismo callado de las almas anónimas, pone siempre la nota del más alto consuelo a los dolores más profundos de la humanidad cristiana.
La capilla, pequeña, limpia y reluciente, es de estilo modernisimo y en ella cumple sus prácticas cristianas el personal del sanatorio, pues los niños oyen la Santa Misa desde sus camas, previamente trasladadas a los salas contiguas al hall central donde se instala los domingos un altar portátil, ante el cual oficia el capellán del establecimiento.
A almorzar
Después de esta visita, y siempre acompañados de nuestro amabilísimo cicerone , abandonamos el sanatorio para dirigirnos al ya citado Hotel Portalera , de Gorliz , donde deglutimos un excelente almuerzo, para el que ya nos habían abierto el apetito las andanzas de toda la mañana.
A los postres llegó a nuestra mesa el subdirector don Luis de Goiri , con quien cambiamos rápidas impresiones de nuestra visita, hablando entre otras cosas de lo que los grandes capitales vizcaínos podrían hacer en beneficio del sanatorio, honra y orgullo de Vizcaya y España entera.
Supimos se hay muchas camas sostenidas por particulares, unas a perpetuidad, mediante la cesión de 25.000 Ptas y otras por anualidades que importan 1.300 Ptas por cama..
Hablamos también de los muchos donativos que se aguardan y de lo que se espera de unas circulares que se pasarán a todos los ayuntamientos de Vizcaya. Salió luego a colación el número de niños ingresados, desde el 28 de julio último, que llegó la primera expedición que fue de 145, habiendo salido completamente curados 58, y falleciendo uno a consecuencia de una meningitis contraída antes de ingresar en el sanatorio.
Después, echamos un párrafo con referencia a los proyectos para el porvenir, hablando de la próxima instalación de un gabinete completo de radioterapia y radioscopia, y del ideal que se persigue, que es el de poder alojar hasta 900 niños, combatiendo así en sus raíces el terrible azote de la tuberculosis que tan grandes estragos causa.
Finalmente el doctor Goiri ,con una amenidad encantadora nos relató algunos casos clínicos que se presentaron desde la inauguración del sanatorio, demostrándonos una vez más las excelencias de estas instalación- que lo repetimos- no tienen rival en Europa.
Vuelta al sanatorio
Después de tomar café sosegadamente, el administrador señor Unda, el fotógrafo Garay y el que traza estos garabatos volvimos al sanatorio para completar en lo posible nuestra deslavazada información.
Vimos el magnífico pabellón para infecciosos, que afortunadamente aún no ha habido necesidad de inaugurar y el pequeño observatorio instalado en lo que ha de ser jardín, con aparatos para apreciar la temperatura, la humedad, la dirección y velocidad del viento etc y luego previa la venia de la Madre Superiora, el amigo Garay impresioñó unas placas con un grupo de las hermanas y otra de las servidumbre del sanatorio.
Nos trasladamos después al despacho provisional del administrador, donde tomamos nota de los documentos necesarios para ingresar en el sanatorio, que creemos muy conveniente que sean difundidos y que son los siguientes:
Certificado de nacimiento, expedido por Juzgado municipal respectivo.
Certificado de identidad, suscrito por el alcalde del pueblo de residencia.
Declaracion de pobreza firmada por el párroco y el Alcalde.
Certificado de vacunación.
Dirección de la residencia de los padres, parientes o interesados del niño que pretende ingresar.
Copia certificada del acuerdo del Ayuntamiento comprometiérase a recoger, una vez curado al niño si no lo hacen los padres o interesados.
-Además, añadió el señor Unda,- insistan ustedes en hacer constar que aquí todos los servicios son completamente gratuitos, y en que los niños, no tienen que abonar ni un solo centimo por ningún concepto.
Y después de firmar en el Album del establecimiento, encabezado por su Majestad el Rey, y de estrechar la mano de nuestro amable acompañante, de cuya amistad nos mostraremos orgullosos siempre , el amigo Garay con su maquina y el cronista, con sus apuntes, enprendimos la caminata hasta Plencia, donde nos metimos en el tren que a las ocho de la noche nos dejó en la estación de la Aduana, satisfechos de haber apuntado en nuestra memoria una fecha que seguramente, tardara muchos años en esfumarse.
Para terminar.
Y no queremos soltar esta pluma que tan mal hilvanadas notas va dejando sin antes pedír a todos nuestros comprovincianos un tributo de gratitud para las damas del Consejo de Gobierno del sanatorio de Gorliz, para la Madre Superiora y Hermanas de la Caridad que allí prestan servicio, y para los abnegados doctores Larrinaga y Goiri , que dan en beneficio de los niños de hoy , hombres de mañana, todo cuanto son y cuanto valen. Y ponemos junto a esta información recordando a los hombres de buena voluntad que constituyen nuestra corporación provincial, el deber que tienen de no echar en el olvido que allá en la playa de Gorliz, bajo el cielo y frente al mar, una numerosa colonia de niños que vinieron al mundo encanijados y bajo la cruel amenaza de la tuberculosis, esperan volver a sus casas, fuertes y hermosos dispuestos a pregonar con su presencia las excelencias de la raza vasca, tantas veces ensalzada por los antropólogos de todo el mundo.
Señores diputados provinciales. Hay mucha voluntad, hay muy excelente condiciones naturales: hay elementos suficientes en todos los sentidos , porque, sólo falta dar completa cima a la obra colosal, no escaseando nunca las pesetas.
Roger de Juval
El Noticiero Bilbaino
26/07/1920
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